CLÍNICA

Seminario de Formación en Psicoanálisis

Metapsicologia de la adolescencia

La Identificación- Luciano Lutereau.

En esta clase, Luciano Lutereau propuso una profunda revisión del estatuto de la adolescencia desde el psicoanálisis, poniendo en cuestión tanto su valor clínico como su existencia misma en los términos en que solía pensarse. Partió reconociendo que la adolescencia no es una categoría freudiana. Freud habló de la pubertad y consideró que el yo se constituía fundamentalmente durante el período de latencia. Ejemplos como el caso Dora o el Hombre de las Ratas muestran que Freud trataba a los jóvenes como adultos en términos clínicos, pues ya tenían síntomas que respondían al deseo del otro en su dimensión sexual, es decir, más allá del deseo parental.

La adolescencia como etapa subjetiva empieza a construirse recién a partir de mediados del siglo XX, en un contexto social que permitió diferir el ingreso a la vida laboral y abrir un tiempo dedicado a la exploración de la identidad. Fue entonces cuando el psicoanálisis empezó a hablar del “psicoanálisis de la adolescencia”, inaugurando un campo nuevo que se preguntaba quién va a ser ese sujeto, qué identidad va a asumir, cómo se tramitan las pérdidas del yo infantil y del cuerpo infantil, y cómo se reactualizan los objetos edípicos. En este marco se impuso la noción de una “crisis de identidad”, a menudo entendida como una segunda gran transformación del yo.

Sin embargo, Lutereau se pregunta si esa adolescencia existe aún. Lo que observa en su clínica es más bien lo contrario: adolescentes sin adolescencia, sin conflicto edípico, sin enamoramiento, sin deseo. Sujetos que atravesaron la pubertad pero no accedieron a una elaboración simbólica, que muestran una gran fragilidad yoica y recurren a identificaciones rígidas, masivas, a veces tan cerradas que recuerdan más a los mecanismos de la psicosis que a los de la neurosis.

Estas identificaciones ya no funcionan como mediaciones simbólicas sino como fijaciones que reemplazan el trabajo del yo. No son predicados (“soy punk”, “soy metalero”) como lo eran en generaciones anteriores, sino esencias (“soy vegano”, “soy trans”, “soy gamer”), formas cerradas de nombrarse que operan como estructuras de sostén. En lugar de exploraciones identitarias, se observan afirmaciones absolutas que muchas veces aparecen más como intentos de reparación que como despliegues simbólicos.

Por eso, Lutereau propone una hipótesis inquietante: que hoy la clínica de la adolescencia se parece cada vez más a una clínica de la psicosis. Las categorías que antes venían de la neurosis (como la identificación parcial, el enamoramiento, el trabajo sobre el deseo) ya no alcanzan para pensar lo que ocurre en los adolescentes actuales. El amor y el trabajo, ejes tradicionales de la neurotización, han perdido fuerza como vías de sintomatización. Incluso el enamoramiento —considerado por Freud como necesario para el deshacimiento de los objetos incestuosos— aparece hoy debilitado o directamente ausente.

En los adolescentes contemporáneos se observan fenómenos de fusión, de relaciones indiferenciadas, formas vinculares sin alteridad, sin enigma. Relaciones amorosas que no son tales, sino apuntalamientos yoicos o espejismos de completitud. En muchos casos, afirma Lutereau, la regresión que se observa en análisis no es ya a la infancia —como pensaba Freud— sino a la adolescencia. Muchos adultos regresan a ese tiempo no solo para revivir emociones, sino para intentar rehacer allí una transformación del yo que nunca se consolidó.

En definitiva, esta clase plantea que nos enfrentamos a una nueva configuración subjetiva, donde la adolescencia ha perdido su espesor simbólico. Lutereau concluye que ya no podemos seguir pensando la adolescencia con los mismos marcos conceptuales del siglo pasado. La pregunta ya no es solo qué identidad se busca construir, sino si hubo alguna vez una primera construcción identitaria. Allí donde no hubo trabajo de latencia, la adolescencia se presenta como un intento desesperado de sostener un yo que no se consolidó. En ese escenario, la clínica exige una cautela extrema: no podemos forzar preguntas simbólicas donde no hay aún condiciones para que emerjan. Revisa la clase completa en el siguiente link usando la contraseña que te dimos al matricularte: