
II modulo: Problemáticas actuales en la clínica con la adolescencia” Joseph Knobel Freud
En su clase, Joseph Knobel Freud propone una lectura profundamente crítica y renovadora de la clínica psicoanalítica con adolescentes, entendiendo que las coordenadas subjetivas y culturales de la adolescencia actual han cambiado radicalmente. Ya no es posible sostenerse únicamente en los marcos clásicos —como los planteados por Aberastury y Mauricio Knobel— porque hoy asistimos a una transformación estructural del lazo social, de las funciones parentales y de los modos en que los jóvenes tramitan sus duelos, su cuerpo y su deseo.
Knobel Freud describe cómo los duelos característicos de la adolescencia —por el cuerpo infantil, por el rol familiar y por la imagen idealizada de los padres— ya no se elaboran simbólicamente. Lo que antes se tramitaba en el lenguaje, hoy se actúa en el cuerpo: aparecen autolesiones, tatuajes compulsivos, trastornos alimentarios, adicciones o un repliegue radical hacia el aislamiento. Estos actos no deben leerse solamente como patologías, sino como modos precarios de apropiación subjetiva ante un mundo que no ofrece contención ni palabras. Para Knobel, estamos frente a lo que denomina una “neomelancolía adolescente”, una forma de sufrimiento donde no hay objeto perdido ni duelo posible: solo una retirada del lazo y un empobrecimiento del yo.
Esta nueva configuración subjetiva se entrelaza con una crisis profunda de la función parental. Vivimos, dice el autor, en una época marcada por el “adulticidio”: los adultos han renunciado a su lugar como referentes simbólicos, temen ejercer autoridad o imponer límites, y muchas veces intentan ocupar el lugar de los pares. Como resultado, los adolescentes quedan solos frente a sus pulsiones, sin una red adulta que los simbolice o los sostenga. En este contexto, muchos de los síntomas adolescentes pueden leerse como pedidos de límite, de escucha, de sostén, más que como meras disfunciones psicológicas.
Frente a este escenario, el lugar del analista adquiere una relevancia crucial. Para Knobel Freud, el encuadre clínico psicoanalítico no es solo una técnica, sino una función estructurante: opera como sustituto simbólico de la ley, como el espacio donde el adolescente puede alojarse, sentirse visto y recuperar la confianza en la palabra. El terapeuta debe sostener ese encuadre sin moralismo, con firmeza, afecto y disponibilidad, permitiendo que el adolescente empiece a simbolizar lo que hasta entonces solo podía actuar o silenciar.
Un aspecto especialmente relevante de la clase es la reflexión sobre los efectos psíquicos de la pandemia. El confinamiento interrumpió procesos fundamentales del desarrollo adolescente, como la separación de los padres, la construcción de vínculos sociales y la exploración del deseo. Muchos adolescentes quedaron detenidos en un estado de infancia prolongada o cayeron en un narcisismo encapsulado, sin apetencias, sin creatividad, sin palabras. Knobel describe este fenómeno como una forma de “hospitalismo adolescente”, donde el joven queda afectivamente institucionalizado en su propio encierro subjetivo.
Lejos de condenar o patologizar las nuevas formas de expresión, Knobel Freud llama a los terapeutas y adultos a acercarse a los lenguajes contemporáneos de la adolescencia: videojuegos, redes sociales, tatuajes, música, estética corporal y sexualidades no normativas. Estos lenguajes no son desviaciones, sino escenarios posibles para abrir preguntas, construir relatos y reanudar el lazo con el otro. En su experiencia clínica, el trabajo con estos códigos ha sido clave para abrir canales simbólicos allí donde todo parecía clausurado.
La clase también aborda con lucidez los desafíos que presentan las nuevas formas de familia y filiación, como los hogares homoparentales, los nacimientos por donación de gametos o las familias ensambladas. Más que patologizar estas configuraciones, Knobel insiste en la importancia de trabajar los secretos familiares, las historias no dichas, y acompañar a los padres en su función simbólica. La clínica con adolescentes, sostiene, nunca puede desligarse del trabajo con los adultos que los rodean.
En definitiva, la propuesta de Joseph Knobel Freud no es solo clínica, sino también ética y política. Frente a una adolescencia que sufre en silencio, que actúa sin red y que muchas veces queda fuera del lenguaje, la apuesta del psicoanálisis es restituir el lazo, sostener la palabra y alojar al sujeto allí donde el mundo lo ha dejado solo. Se trata de ofrecer un espacio donde el sufrimiento pueda decirse, imaginarse, tramitarse —y, con ello, abrir la posibilidad de una subjetivación verdadera.